San Cadilla / Urgen castigos (02 septiembre 2025)
Es momento de demostrar que los "Amigos de Messi" no son intocables.
Lo comento por el vergonzoso episodio protagonizado por Luis Suárez y Sergio Busquets en la Final de la Leagues Cup del domingo.
Varios futbolistas del Inter Miami, sobre todo dos de sus principales estrellas, no supieron lidiar con la frustración después de verse superados 3-0 por el Seattle Sounders en la disputa por el título.
Suárez nos hizo recordar algunos de los momentos más bochornosos de su carrera (que incluyen mordidas, actos racistas y demás linduras), haciendo de las suyas al escupirle en la cara a Gene Ramírez, auxiliar técnico de Seattle.
Mientras que Busquets no se quedó atrás y, en medio de un conato de bronca, le soltó un puñetazo al mexicano Obed Vargas.
De acuerdo al reglamento de la Leagues Cup, estipulado entre la MLS y la Liga MX, morder o escupir a un rival conlleva a una suspensión de 6 o más partidos, mientras que participar en una conducta violenta, por ejemplo, un golpe al contrario, significa de 1 a 6 juegos de suspensión.
Así que, si se aplica el reglamento, lo apropiado parece ser la pena máxima, media docena de partidos de suspensión, para Suárez y Busquets, buscando erradicar estas conductas antideportivas que lo único que hacen es manchar al mundo del futbol.
No hacerlo significaría que los organizadores de la Leagues Cup se den no uno, sino dos balazos en el pie, pues dejarían un lamentable antecedente de no ser estrictos en la aplicación de sus propias reglas y le darían la razón a todos aquellos que creen que la MLS trata de forma "especial" a ciertos futbolistas.
EL OTRO LADO DE LA MONEDA
Es increíble que un solo partido nos dio un vergonzoso ejemplo de falta de disciplina y al mismo tiempo uno casi sublime de deportividad.
Pese a tener un juego casi para el olvido ante el Seattle Sounders, sin goles ni asistencias, sin tiros a puerta, con un solo drible superado (por 5 fallados), con 20 pérdidas de balón y una chance clara fallada, Lionel Messi se ganó los aplausos en el Lumen Field de Seattle.
Y es que luego de ganar 10 Finales seguidas desde 2020, el domingo Leo volvió a perder una, y en lugar de reaccionar sacándose la medalla de plata y yéndose al vestidor, el capitán del Inter Miami se mantuvo en el campo, con la presea de subcampeón en el pecho y las manos en la espalda durante la premiación a los jugadores de Seattle y en el levantamiento del trofeo, mientras muchos de sus compañeros abandonaron la cancha tan pronto se bajaron del templete tras recibir sus respectivos reconocimientos.
Messi, menos que ninguno de los jugadores del cuadro de Florida, tenía necesidad de hacer eso, porque ya lo ha ganado todo y, no obstante, se quedó, con la misma mirada de rabia que mostró cuando perdió su primera Final, en el verano de 2006, casualmente por el mismo marcador del domingo, aquella vez un 3-0 ante el Sevilla en la Supercopa de Europa, con la misma hambre que lo ha hecho uno de los más grandes de la historia del futbol.
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