David Faitelson / Todos los caminos conducen a Roma David Faitelson (30 mayo 2025)

 

"Se pedalea con las piernas. Se gana con la mente...".

Nadie mejor para definir al ciclismo de carretera como Miguel Induráin. El español, 5 veces ganador del Tour de Francia y 2 veces triunfador en el Giro de Italia describe perfectamente de qué se trata este, muchas veces bestial, deporte. La cabeza es el músculo más importante cuando estás en la alta montaña, parado sobre el sillín, con el corazón a 200 pulsaciones por minuto, la mirada borrosa, el calor extremo que se convierte en un frío penetrante. Ahí, la mente gana la carrera.

Isaac del Toro tiene solo 21 años y se supone que esa ausencia de experiencia tendría que notarse en las demandantes etapas del Giro y máxime cuando esta ataviado con el suéter rosa de líder y atrapa la mayor parte de las miradas. Nada de eso ha pasado. Todo lo contrario. Parece un ciclista veterano, consciente de sus virtudes y hasta de sus defectos, concentrado plenamente, como lo hizo el miércoles, mientras descendía del cruel Paso del Mortirolo y se dirigía a Bormio, sacando ventajas en las cerradas curvas y dejando algunos metros atrás a su principal perseguidor, el ecuatoriano Richard Carapaz, ganador del Giro del 2019 y medalla de oro en la ruta de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021.

La mejor muestra de su madurez ocurrió, sin embargo, antes, en la llamada "etapa reina" del Giro, la número 16, con 203 kilómetros y 4 puertos montañosos de primera categoría, incluyendo la llegada en alto a San Valentino. Ahí, fue atacado, vulnerado y hasta por momentos exhibido por Carapaz y por el británico Simon Yates, mientras sus compañeros de equipo parecían seguir apostando por el español Juan Ayuso, el otrora líder del equipo emiratí. Parecía el final del "cuento de hadas rosa" del mexicano. "No tengo nada qué perder", dijo Isaac. "Mañana lo volveré a intentar con todo lo que tengo". Y así lo hizo, temprano, en el trayecto, salió a demostrarle al pelotón que él también contaba con armas para atacar. Lo hizo en camino al Paso del Tonale. Luego, aguantó y ahora sí, con su equipo tirando fuerte y controlando, atacó en los últimos metros para sacar diferencia con sus principales enemigos y ganar la etapa de forma espectacular.

Recuperarse del "día malo" que tienen la mayor parte de los ciclistas y hacerlo con un triunfo en la meta es otra muestra de la extraña combinación que tiene este ciclista.

"Todos los caminos conducen a Roma". La frase se ha eternizado para explicar, coloquialmente, que hay muchas maneras de llegar a un mismo objetivo. En el ciclismo, para llegar a Roma, solo hay un camino: Y está arriba, en la cabeza, justo donde Del Toro ha mostrado algunas de sus mayores virtudes.

Faltan un par de etapas montañosas. Ni Carapaz, ni Yates y tampoco el canadiense Derek Gee se quedarán con los brazos cruzados. Habrá ataques, eso es evidente. "Veremos cómo están mis piernas", dijo ayer el mexicano en la línea de llegada de un pequeño pueblo lombardo. Pero, con todo respeto para él, las piernas son lo de menos, cuando la cabeza es fuerte, infranqueable, poderosa y a prueba de todo. Las piernas lo llevarán vestido de rosa. La mente lo pondrá en Roma.

X: @DavidFaitelson_

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