Roberto Gómez Junco / Inolvidable personaje Roberto Gómez Junco (08 marzo 2025)
Cada vida es una historia, como también lo es cada trayectoria futbolística.
Entre ellas, unas valen más que otras la pena de ser contadas, o durante más tiempo recordadas.
Como en el caso de la trayectoria de Tomás Boy, quien hoy cumple tres años de haber emprendido el viaje sin retorno.
Como jugador, una de las más grandes figuras que ha producido nuestro futbol, de extraordinaria solvencia técnica y seductora elegancia en su juego. Pleno dominador del balón, del propio cuerpo y de las circunstancias del juego. De destreza inusitada, habilidoso en el regate, con una pasmosa capacidad para pasar con precisión en corto y también en largo, y con una visión de cancha que muy pocos han tenido.
Un futbolista de agudizado talento, muy inteligente para leer e interpretar el juego, para saber qué hacer con el balón desde antes de recibirlo, para elegir la mejor entre las diversas alternativas que cada jugada presenta, para sacarle el máximo provecho a los movimientos de sus compañeros.
Especialista en la ejecución de penales y tiros de castigo, pero igualmente virtuoso al pegarle al balón en movimiento.
Si se piensa en los diez mejores jugadores en la historia del futbol mexicano, inevitablemente debe contemplarse su nombre, aunque el tradicional centralismo -más acentuado en su época- impidió que se le hiciera plena justicia a su enorme dimensión como futbolista.
Y en su faceta de director técnico, Tomás Boy fue bastante mejor que lo supuesto por quienes todo lo ven exclusivamente a través del simplismo de los títulos obtenidos. En esa subjetiva lista de entrenadores a los que el futbol mexicano ha quedado a deberles algún título -encabezada por Rubén Omar Romano-, su nombre y apellido también resulta obligado apuntarlos entre los primeros sitios.
Es decir, que a pesar de su ausencia de títulos, Tomás fue mucho mejor director técnico que algunos que sí han obtenido por lo menos uno. Porque en el futbol hay entrenadores gracias a los cuales los equipos ganan títulos -sirva el actual caso de André Jardine como inmejorable ejemplo-, pero hay otros cuyos equipos se coronan a pesar de ellos... y que cada quien elija los propios.
Además de su capacidad como director técnico y de sus grandiosas cualidades como futbolista, en Tomás estaba siempre el amigo, el entretenido conversador, el incomparable personaje dentro y fuera de la cancha.
Inolvidable como encumbrada figura de nuestro futbol, como talentoso y peculiar director técnico y como amigo.
Cada vida es una historia, y algunas -más que otras- valen la pena de ser contadas y recordadas.
Como la de Tomás Boy, por supuesto.
X: @rgomezjunco
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