BENCHMARK / Crispación Jorge A. Meléndez Ruiz (24 mayo 2024)

 

"Eh pend... pinch... cabr... ¡esta es mi casa!".

Así, literalmente como un loco de atar, me espetó hace poco un señor ya muy entrado en años que me esperaba afuera de su casa -aunque no lo creas- apoyado en su andador.

¿Mi pecado?

Haberme estacionado en una banqueta -que no estaba marcada como exclusiva- cuando fui a cortarme el pelo.

Una locura, el señor estaba como energúmeno.

Me dijo hasta de lo que me iba a morir.

¿Y yo? Tranquilo como un monje tibetano... ¡sí como no!

Me salió lo Meléndez.

"Bájale dos rayitas cabrito... no está marcada la banqueta".

Maldiciones por aquí, insultos por allá.

Me fui asombrado más que enojado: ¡por tipos como tú es que vivimos en un ambiente lleno de violencia!", le grité.

Admito que el calificativo del final no fue "tipos".

Pero es cierto.

No importa la edad, violencia engendra violencia.

Esta vivencia no pasaría de ser anecdótica si no reflejara la era en la que vivimos.

Tiempos de crispación.

Seguro lo has notado, por ejemplo, al manejar. A lo mejor en el mall. O quizá en tu cuadra. Tal vez en el trabajo. Y no se diga en la política.

Pleitos por todos lados... y por lo más mínimo.

¿Por qué?

Para mí la respuesta es multifactorial.

1. Estamos polarizados. Las redes sociales con las que alimentan su dieta informativa la mayoría de las personas privilegian los "clicks" para ganar plata. Por ende, la información que se consume en redes está sesgada para que concuerde con nuestros prejuicios. Para que concuerde con lo que nos gusta. Por lo tanto, yo tengo razón y el que no concuerde conmigo... ¡es un idiota!

2. Fake news y mentiras. Como bien dijo The Economist hace unos años, vivimos en la era de la mentira. La verdad dejó de ser moneda de cambio. Ya no importa lo que es, importa más lo que siento y lo que creo. Y para acabarla de fregar están las fake news. Un coctel que convierte a los debates para lograr consensos en luchas de opiniones y sentimientos, en un sálvese quien pueda.

3. Tenemos pésimos ejemplos. Los líderes pesan, y más los líderes políticos. Tristemente, el populismo y la verborrea agresiva se han convertido en armas para ganar votos. Trump es un ejemplo claro y, patéticamente, YSQ tiene nivel de doctorado.

4. La cultura de "lo perfecto". La famosa cultura woke nos lleva a rechazar cualquier cosa buena, nos lleva a siempre a encontrar el prietito en el arroz. Lo woke pretendía ser un despertar (awake, en inglés) al racismo y la desigualdad prevalentes en Estados Unidos. Pero el término se ha contaminado y hoy se traduce en ladrarle a todo y a todos. Vivimos en una era donde se cancela todo ante la más mínima señal de impropiedad. Ya no se puede opinar de nada porque cualquier cosa puede herir susceptibilidades.

5. Vivimos de prisa. La vida es una carrera constante. No importa si no urge llegar. No importa si no disfrutamos el trayecto. La cosa es ir lo más rápido posible. ¿Y para qué? Para llegar rápido nada más.

6. Vivir en una pantalla. Es mucho más fácil ser agresivo en línea, esto hasta tiene un nombre científico: el efecto desinhibidor on-line. La bronca es que luego eso se exporta al mundo real.

6 vectores que nos tienen al borde de un ataque de nervios.

6 vectores que nos tienen crispados todo el tiempo.

¿Qué hacer?

Urge dar un paso atrás.

Tomarnos la píldora (no literalmente, ¿eh?). Respirar profundo. Darle el peso justo a lo que nos pasa, dejar de exagerar. Reaprender a tener paciencia. Privilegiar al mundo real sobre el mundo virtual. Recordar la regla de oro (no se te ha olvidado, ¿verdad?). Medir nuestras palabras y, sobre todo, nuestras acciones. Disfrutar las ventajas de la lentitud, sobre todo cuando te la pasas bien. Elegir bien a los compañeros de viaje. Y luego, hombre, por Dios... disfrutar el trayecto.

Darle la espalda a la crispación.

Porque a fin de cuentas una vida crispada es una mala vida.

EN POCAS PALABRAS...

"Sé feliz en este momento, este momento es tu vida".

Confucio

benchmark@elnorte.com

Twitter: @jorgemelendez

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