Francisco Javier González / Ya no alcanza

 Francisco Javier González

(28 marzo 2024)

Cada vez que la Selección Nacional pierde un partido importante, se procede a realizar una profunda auditoría sobre los males del futbol mexicano.

Uno de ellos es, claramente, la ausencia de jugadores relevantes que tengan un acta de nacimiento expedida en nuestro país.

Cada vez es más difícil encontrarlos.

En diversos estudios basados en datos de desempeño comprobables, encontramos algunas listas de futbolistas de todo el planeta que determinan a los mejores en diferentes posiciones.

Los más efectivos defensores para el juego aéreo, los distribuidores más destacados en la media cancha, los delanteros con mayor acierto frente al marco, los dribladores más notables...

Hurgando en esas listas elaboradas por CIES, el acreditado observatorio europeo del balompié mundial, encontramos contadísimos nombres mexicanos.

Hace unas semanas se dio a conocer que Jonathan dos Santos ocupa un lugar entre los cien jugadores con mayor calidad de conducción y pase en situaciones de presión. Es decir con uno o más adversarios encima.

Otros tres mexicanos distinguidos fueron Jesús Orozco Chiquete, Fidel Ambriz y Víctor Guzmán -hoy en Rayados- entre los jóvenes valores más interesantes de seguir. Y nada más.

Otro estudio, este de El Míster, revela que en las 10 ligas más competitivas de Europa hay más de 600 jugadores asiáticos y africanos. Son los mercados que partiendo de un proyecto que abarca diferentes países -Japón el más notable- han evolucionado más en los últimos 15 años.

El fútbol mexicano se enfrenta a una paradoja. Sabe que para mejorar a sus futbolistas necesita exportar en mayor cantidad, cuando su naturaleza es compradora.

Cambiar el paradigma es una opción. Pero para ello se tienen que desarrollar futbolistas distintos a los de los últimos tiempos.

El fútbol ha cambiado muchísimo en los últimos 10 años. Es más atlético, veloz, fuerte. Y también es más competido porque los biotipos se han encontrado en un mundo más globalizado que hoy tiene efectivamente en África y en Asia jugadores más capaces y más económicos que los ofrecidos en la escasez mexicana.

La respuesta tiene que ser vocacional, concediendo que los clubes están realmente interesados en ese desarrollo, buscado como bien común. Entonces tendría que procederse en consecuencia.

Así como la contratación de entrenadores y formadores fueron la base del deporte mexicano a partir de los Juegos Olímpicos del 68, deberían buscarse los modelos más exitosos y adaptables, para combinarlos con los formadores nacionales más destacados. Lo primero, cierto, es tener ganas de hacerlo.

El largo proceso de sicoanálisis se reanuda. Se obtendrán las mismas respuestas.

Mientras no se actúe con seriedad, Sísifo volverá a subir la roca hasta la cumbre para ver cómo se vuelve a despeñar sin descanso.

X: @FJG_TD

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