Ángeles y demonios BENCHMARK / Jorge A. Meléndez Ruiz EN EL NORTE

Te confieso que no soy muy religioso, aunque sí creo en Dios.

Hace año y medio mi comadre Silvia me comentó que su familia fue a visitar a una "angelóloga", una señora que platica con tu ángel de la guarda, y que habían quedado muy impresionados.

Intrigado, presto le dije: "Comadre, hazme una cita".

La agenda de Clau (así se llama) está llenísima, tuve que esperar año y medio. Por fin tuve mi sesión apenas hace unas semanas.
Llegas a una oficina pequeña llena de imágenes religiosas con un par de sillones, ambiente informal. Ella te platica que tiene esta habilidad desde muy chica, que va a ponerse en oración profunda y será el vehículo para que el ángel y familiares "en la luz" platiquen contigo.

Clau mantuvo sus ojos cerrados durante toda la sesión, que duró unos 45 minutos. De repente, empieza a dialogar con ángeles y familiares que ya pasaron a mejor vida. La puedes interrumpir si quieres. Yo no lo hice.

Escuché y grabé la sesión.

Si no me "googleó" (le dije mi nombre al confirmar la cita unas 8 horas antes de la sesión), todo lo que me dijo es impresionante: mi profesión, el nombre de mis hijos, dónde vivían y muchos detalles personales.

Pero pues yo soy escéptico profesional... gajes del oficio.

Asumamos que me investigó y por eso sabía algunas cosas de mí. Bueno, pues aun así me dijo cosas realmente inexplicables.

Y una en particular.

"No sé que te pasó, pero andabas batallando con algo de un pasaporte y tu ángel quiere que sepas que estuvo ahí contigo".

¡En la madre... es cierto!

El incidente sucedió en mi reciente viaje a Dubai, Abu Dhabi, Egipto, Jordania y Barcelona para celebrar mis 60 años (relee "Comparaciones, ¿odiosas?""¡Sálvese quien pueda!" y "La simpática ineficiente").

En Luxor visité un taller donde tallan alabastro. Dado que ese día partíamos de regreso a Cairo, llevaba conmigo mi maleta. Como precaución en esas ocasiones cargo mis pasaportes y dinero en una bolsita de mano que llevo siempre conmigo.

Ahí el problema... ¡tras pagar me di cuenta que ya no la traía! Problemón marca diablo... ¡sin pasaporte me quedo en Egipto!

¿Cómo supo Clau de eso si absolutamente nadie lo sabía?

En la resolución favorable está el mensaje de esta columna.

Estaba desesperadísimo. Salí al patio porque ahí había yo echado un poco de relajo bailando con los artesanos que tocaron una cumbia egipcia (ja, ja, ja). ¿La dejé ahí? No, no estaba.

Resulta que el hijo de una familia de Ciudad Juárez grabó mi baile... y al revisar el video se dio cuenta que sí traía la bolsa conmigo. Le mostró el video a Omar (el guía) y le dijo: "Sí entró a la tienda con la bolsa, háblale a la policía".

Sin que me diera cuenta (seguía buscando), el guía habló con los dueños del local, manoteándoles. Tras una discusión acalorada, Omar se fue a un cuartito y salió del mismo acomodándose la guayabera.

Fue al autobús y salió luego diciendo: ¿es ésta? ¡Estaba en el asiento!

Mentira.

Después deduje lo que pasó: al pagar, unos niños me distrajeron y se llevaron la bolsa, que metieron en esa oficinita. Tras la amenaza de Omar a los dueños, le dieron la bolsa y para que no se hiciera más escándalo, simuló que estaba en el autobús.

Imposible que Clau supiera esto: ¿salvadota celestial?

No lo sé, pero eso que me dijo es realmente inexplicable: "Tu ángel quiere que sepas que estuvo ahí contigo".

Sin pretender alguna lección religiosa, mi reflexión práctica es que los ángeles o los demonios no son apariciones del más allá. No. Se presentan en la vida en personas y circunstancias.

En esta anécdota los demonios son los ladrones y los ángeles fueron Omar y el chavo de Ciudad Juárez.

La clave entonces es ayudar a unos y bloquear a otros.

Un demonio se aprovechará de tus distracciones, confianza excesiva, falta de conocimiento/ingenuidad, debilidad y superficialidad.

Identifica estos defectos porque, OJO, de ellos se nutren los chamucos.

Los ángeles que te rodean, en cambio, te cuestionarán, aconsejarán e intervendrán a tu favor. No los alejes, procúralos, ábreles la puerta.

El colofón esta anécdota es eminentemente lógico: hay que abrirle la puerta a lo bueno y cerrársela a lo malo.

Ayudar al ángel y bloquear al demonio, ¿no?

Por lo pronto, que tengas una Semana Santa celestial. Ojalá te toque descansar y recargar baterías.

Posdata. ¿Ignorancia o malicia? Enrique de la Madrid, Alazraki y compañía: en una encuesta una tasa de rechazo del 47% NO significa que se dejaron de realizar 47% de las encuestas. NO, porque se sustituye a las personas que rechazan participar por otras con exactamente el mismo perfil sociodemográfico. Y, por supuesto, la muestra resultante sigue estando completa y sigue siendo estadísticamente representativa.

 
 
EN POCAS PALABRAS...

"Vas a estar bien, muchacho".

Mi abuelo Othón hablándome a través de Clau.

 
 
benchmark@elnorte.com
 
Twitter: @jorgemelendez

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