¿'Ganó' el Checo? David Faitelson EN EL NORTE
Los corazones palpitan aceleradamente en la Magdalena Mixhuca. Son apenas unos segundos más allá de las 2 de la tarde de un soleado domingo de finales de octubre en el oriente de la Ciudad de México. Rugen los motores "chillando" sobre el asfalto. Las máquinas bufan. La energía que generan casi 20 mil caballos de fuerza. Las manos entrelazadas, sudorosas y luego un suspiro. Cierra los ojos, implora y se levanta como un resorte. El polvo tapa la visión al final de la recta. ¿Se acabó? Sí, se acabó, porque el auto ataviado en colores obscuros y leyendas escarlatas y amarillas ha chocado y ha seguido de frente. El domingo terminó para muchos.
- "¿Y Checo, papá? ¿Qué le pasó al Checo", pregunta el pequeño Javier de 11 años a su padre que lo abrazaba desconsolado sobre la tribuna frente a la zona de pits.
Primero, jamás imaginé que, un deporte, ciertamente elitista, sea capaz de generar ese tipo de sensaciones y pasiones en un país como el nuestro y luego, contra todas las opiniones y más allá de lo que se puede tomar como una "carrera fallida", diré que Sergio Pérez se ha atrevido a rebasar un umbral que sólo algunos deportistas son capaces de lograr.
Pero, lo primero que hay que resaltar es el evento que año con año se ha superado como un gran espectáculo en la capital mexicana. El GP de México es una realidad tajante, una verdadera fiesta que logra atraer a cientos de aficionados y que logra poner los ojos del mundo -de forma positiva- en una nación que requiere urgentemente de ese tipo de manifestaciones. Gran parte de esa inusitada pasión alrededor de un deporte que, insisto, parecía exclusivo para cierto sector de la sociedad, es responsabilidad de un piloto mexicano que ha logrado alcanzar un nivel competitivo en una muy exigente categoría del deporte. "Que no se acabe Checo en la F1", decía el comentarista en la transmisión internacional de televisión antes de rematar: "Es increíble lo que ha provocado aquí".
Primero, jamás imaginé que, un deporte, ciertamente elitista, sea capaz de generar ese tipo de sensaciones y pasiones en un país como el nuestro y luego, contra todas las opiniones y más allá de lo que se puede tomar como una "carrera fallida", diré que Sergio Pérez se ha atrevido a rebasar un umbral que sólo algunos deportistas son capaces de lograr.
Pero, lo primero que hay que resaltar es el evento que año con año se ha superado como un gran espectáculo en la capital mexicana. El GP de México es una realidad tajante, una verdadera fiesta que logra atraer a cientos de aficionados y que logra poner los ojos del mundo -de forma positiva- en una nación que requiere urgentemente de ese tipo de manifestaciones. Gran parte de esa inusitada pasión alrededor de un deporte que, insisto, parecía exclusivo para cierto sector de la sociedad, es responsabilidad de un piloto mexicano que ha logrado alcanzar un nivel competitivo en una muy exigente categoría del deporte. "Que no se acabe Checo en la F1", decía el comentarista en la transmisión internacional de televisión antes de rematar: "Es increíble lo que ha provocado aquí".
En la parte competitiva que podría parecer o saber, también insisto, a un gran fracaso, sobre todo por la expectativa que generó, creo que la postura del Checo fue muy clara: "Voy por el triunfo". Y eso es justamente lo que hizo cuando viró el volante e intentó ganarle el espacio al francés (monegasco) Charles Leclerc en el inicio de la curva. Ya antes, durante las horas previas a la carrera, el piloto mexicano había advertido que habría pocas ocasiones para rebasar en el Hermanos Rodríguez y que a él, no le bastaba con una actitud conservadora y asegurarse un lugar en el podio. Checo quería ganar y apostó todas las fichas a esa posibilidad. No tenemos nada que reprocharle. Durante muchas semanas, hemos pedido que, con el auto que tiene y la escudería que le respalda, sea más competitivo y apueste por el primer lugar. Había una pequeña ventana para hacerlo. Lo intentó. No pudo.
Podemos hablar de presión, de ansiedad, de ambición, pero en la vida y en el deporte hay que tener el valor para tomar riesgos.
Checo tomó el suyo. Falló. Punto. Para mí, su efímera carrera puede verse como un "triunfo", porque demostró que es capaz de jugárselo todo con tal de ganar y eso es exactamente lo que uno busca y quiere en un piloto de la F1.
X: @DavidFaitelson_
Podemos hablar de presión, de ansiedad, de ambición, pero en la vida y en el deporte hay que tener el valor para tomar riesgos.
Checo tomó el suyo. Falló. Punto. Para mí, su efímera carrera puede verse como un "triunfo", porque demostró que es capaz de jugárselo todo con tal de ganar y eso es exactamente lo que uno busca y quiere en un piloto de la F1.
X: @DavidFaitelson_
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