Hambre David Faitelson

 Los boxeadores nacen y se hacen con "hambre". El día en que el "hambre" se termina, la saciedad se significa como un inminente peligro.

Pocas cosas cambian aquí: las luces, los destellos, el horizonte entremezclado de hormigón y de plástico, el sonido incesante de las máquinas tragamonedas, el peregrinar por el famoso strip y las marquesinas que anuncian los eternos shows del mago David Copperfield y de la cantante Celine Dion.

Nada cambia, ni siquiera los dos o tres vagabundos que piden limosna a las afueras de uno de los opulentos hoteles. Las Vegas parece una escenografía detenida en el tiempo y matizada por la misma falsa ilusión de siempre: ganarle al casino.

Hace ya tiempo que Saúl Álvarez es la cara de ese casino. Es, o parece, imposible que pierda.
Pero, el único hombre que en realidad puede derrotar al "Canelo" podría ser el propio "Canelo".

"Este sábado verán mi mejor versión", dijo Álvarez tras su arribo a la sede del combate. "He quedado a deber en mis últimas peleas. Estoy listo para volver a mi mejor nivel".

Esta vez, dos semanas después de la fecha que Julio César Chávez había reservado para la historia y riqueza de la industria, una fecha, el famoso fin de semana "patrio mexicano" que el boxeo perdió ahora ante la UFC, Álvarez sale a defender su carácter de campeón indiscutible de las 168 libras.

Lo hace ante Jermell Charlo, otro monarca indiscutido, pero, y fiel a la costumbre del boxeador mexicano y de su esquina, ante un púgil que pelea dos divisiones por debajo del límite de los Supermedianos.

Aunque Charlo es de la élite boxística, lleno de buenas facultades, el cambio de peso promete afectar su poder y sobre todo su velocidad, el "arma" más poderosa que podría tener en el enfrentamiento.

Digamos que Charlo es otra de las historias que no cambian aquí en Las Vegas cuando se trata del "Canelo": escoger al rival y sacar, de algún modo u otro, una ventaja.

Yo no creo que Charlo esté en condiciones de generar una de las grandes sorpresas del boxeo actual, pero sí creo que Álvarez ha llegado a una etapa de su vida profesional donde debe replantearse muchas cosas antes de manchar y de alguna forma estropear una de las mejores trayectorias en la historia del boxeo mexicano e internacional.

Es evidente que las últimas tres presentaciones del "Canelo" han arrojado más dudas que certezas. Y podríamos sacar de esta "ecuación" el combate ante el ruso Dimitri Bivol, donde había una distancia ostensible de peso.

Pero los enfrentamientos ante Gennady Golovkin -el último de la trilogía- y el duelo ante el inglés John Ryder -en el Estadio de las Chivas- han arrojado, para muchos especialistas, el sentimiento de que "Canelo" está cansado, distraído o alejado de la concentración, el trabajo y el profesionalismo que siempre fueron un sello infranqueable de su trayectoria.

¿En verdad está ocurriendo eso? Habría que entender que con Álvarez no se trata de un boxeador de recursos naturales. Él ha sido mejor boxeador noche tras noche esmerándose en el trabajo. No recuerdo un mexicano en ese nivel amparado en ese profesionalismo.

La edad -33 años- no dice mucho, pero el tiempo sobre el cuadrilátero, cerca de los 20 años como profesional, refleja el real ajetreo de un boxeador.

Ello, más un cansancio mental, de un personaje que ha impactado y hasta transformado la industria, podrían ser los principales retos y también "miedos" del "Canelo".

El mismo Julio César Chávez, el mejor boxeador mexicano de todos los tiempos, explica que, mientras su carrera avanzaba, su cansancio emocional se acrecentaba. "No era lo mismo levantarse a correr, no comer y no tomar agua cuando buscaba la gloria", explica Chávez. "Luego, en mi caso, aparecieron las drogas, el alcohol, los excesos...".

El verdadero rival del "Canelo" mañana por la noche en la T-Mobile Arena será el propio "Canelo". Habrá que averiguar si sigue teniendo "hambre", porque cuando eso se le termina a un boxeador, cuando la saciedad se impone, generalmente, las cosas buenas no sucederán.

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