Quimérico Heriberto Murrieta

 La semana pasada, con ilusorio optimismo, la renovada Federación Mexicana de Futbol hizo proyecciones para el futuro durante una conferencia de prensa donde fijó un objetivo capital: la llegada de la Selección Nacional a Cuartos de Final del próximo Mundial, a celebrarse en Estados Unidos, México y Canadá. ¿Ilusión o alucinación?

Es válido querer llegar a la instancia de los ocho mejores pero, ¿existen suficientes argumentos para que ese sueño se vuelva realidad? Soñar no cuesta nada y aspirar a lo grande no solo es legítimo sino indispensable en todo aquel que se resista a la mediocridad. Tener altura de miras es ambicionar.

Sin embargo, con la generación actual de jugadores, imaginar a la Selección en los Cuartos de la máxima justa es, por decir lo menos, desproporcionado.

Seamos sinceros: no hay materia prima para tal consecución. Resulta irreal pensar en ello apenas nueve meses después del estrepitoso fracaso en el Mundial anterior, donde la escuadra verde ni siquiera superó la Fase de Grupos.
En el acto se anunció que buscarán convencer por enésima vez a Carlos Vela de que juegue con la Selección. Es el mejor futbolista de este País, pero qué necedad. Ya deberían descartarlo.

También se tocó el tema de los naturalizados. Apenas el 11 de julio pasado, Jaime Lozano dio a entender que no los necesitaba. Hablaba convencido de que priorizaría a los mexicanos por nacimiento. "Si un jugador se naturaliza, debe tener un nivel muy por encima. Si no lo tiene, voy a apostar por el nacional, más que por el extranjero", estableció el joven timonel.

Apenas 43 días después, flexibilizó su postura, por no decir que la modificó, y le abrió las puertas de manera flagrante a Julián Quiñones, el delantero del América. Tanto Duilio Davino como Lozano ya hablaron con el jugador de origen colombiano.

¿No es más realista jugar con lo que se tiene, en lugar de optar por el atajo fácil de los naturalizados?

Si Quiñones llegara a marcar muchos goles con la Selección, ¿de verdad los dirigentes creen que esa será la solución de nuestro futbol? Sería tan solo un espejismo, un parche temporal para tapar las carencias de un balompié estancado que no produce suficientes jugadores de élite.

Jugar con naturalizados se contrapone a la supuesta intención de estimular la formación de futbolistas jóvenes, además de que los que han jugado con el Tri en los últimos años no marcaron ni remotamente una diferencia. Ahí está el ejemplo de Funes Mori, impuesto por Martino, que solo jugó unos cuantos minutos contra Arabia Saudita. Pónganle pues la camiseta verde al naturalizado de moda. Vaya despropósito.

 
APUNTE TAURINO
 
Ignacio Solares es la mejor muestra de que tauromaquia y cultura van de la mano. El novelista, dramaturgo y ensayista fue un aficionado irredento, autor de libros taurinos y hasta juez en la Plaza México. Debutó en el biombo del gigantesco embudo el 4 de junio de 1989. Un incidente insólito: el 25 de mayo de 1990 se fajó los pantalones y rechazó un encierro de La Soledad por falta de trapío, lo que derivó en la suspensión de la corrida en la que estaban anunciados Mariano Ramos, Antonio Lomelín y Antonio Urrutia. En 2004 reeditó mi libro "Tauromaquia Mexicana, Imagen y Pensamiento", con prólogo de Juan Ramón de la Fuente. Nacho se marchó hacia los solares que, como creyente, siempre anheló.

 

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